Breves perspectivas teológicas para superar el capitalismo neoliberal
1. El clamor por la justicia, especialmente desde los países del Sur global, se ha hecho inconfundible. La humanidad se enfrenta al abismo de la convulsión social y la destrucción global. Las grandes crisis de las dos últimas décadas, el cambio climático, la crisis financiera, las pandemias y los flujos migratorios, han demostrado que la arquitectura económica y financiera internacional no sólo está obsoleta, sino que se ha convertido en una amenaza para la vida. La globalización económica, que había prometido una prosperidad cada vez mayor, ha sobrepasado sus límites y se está convirtiendo en lo contrario. Ya es hora no sólo de combatir los síntomas, sino de atajar las causas profundas de este trastorno. La humanidad y el planeta claman por formas de actividad económica más justas, equitativas y sostenibles.
2. El capitalismo neoliberal desenfrenado se ha despojado de su marco social y ecológico mediante la desregulación y la liberalización. Los máximos beneficios en mercados sin restricciones se convirtieron en la única medida del éxito. Esta economía es adicta al crecimiento y se ha desconectado de cualquier objetivo superior fuera de la maximización del beneficio. Los efectos son claramente visibles: contaminación y ecocidio, desprecio por los valores no comercializables, métricas de progreso engañosas y fatales, protección militar de los mercados globales, privatización de recursos comunes como el agua, la tierra, la sanidad, etc. Las consecuencias de los efectos sociales más ricos de este capitalismo dominado por las finanzas son la desigualdad social y la injusticia flagrantes, que a su vez provocan el auge de movimientos populistas y formas autocráticas de gobierno, los mismos movimientos que ahora amenazan nuestras democracias en un amplio frente.
3. Durante más de 40 años, el movimiento ecuménico y las alianzas eclesiásticas confesionales han condenado el capitalismo de mercado «libre» y desenfrenado como un orden económico mundial inaceptable. Exigiendo sin cesar sacrificios a los pobres y a la creación de Dios, sigue afirmando que la creación de riqueza y abundancia salvará al mundo. La espiral de muerte ecológica que ha puesto en marcha sólo podrá controlarse si damos prioridad urgente a la remodelación de nuestro marco económico.
4. La evolución del capitalismo desde el mercantilismo de la Edad Moderna, pasando por el capitalismo industrial y la economía social de mercado, hasta el capitalismo financiero actual, arroja tres conclusiones fundamentales: 1) La competencia desregulada y absoluta conduce a la «guerra de todos contra todos» (Th. Hobbes); 2) Las estructuras y limitaciones de la forma económica neoliberal no pueden superarse mediante llamamientos morales a los actores individuales, sino sólo mediante un orden marco que obligue a todos; 3) Sigue siendo tarea de la política definir este marco de forma sostenible y al servicio de la vida. La política debe aprender a cumplir de nuevo esta tarea.
5. Nuestro objetivo es desarrollar estrategias claras y vías viables para transformar nuestro actual sistema económico en colaboración con expertos en economía. Debe llegar a ser capaz de superar las crisis existenciales que oscurecen nuestro futuro y amenazan la vida en nuestro frágil planeta. Los principios básicos de la fe cristiana nos proporcionan una orientación fiable y a prueba de crisis para ello:
6. La dignidad de todo ser humano, la protección de la naturaleza, el respeto al prójimo y la esperanza de una vida de justicia y paz son las perspectivas que guían toda ética cristiana.
7. Así pues, la fe cristiana está en desacuerdo con todos los sistemas absolutos o incluso totalitarios como el modelo neoliberal del capitalismo financiero y, por lo tanto, insta a la transformación de esta economía que pone en peligro la vida.
8. El espíritu, la lógica y la práctica de la forma neoliberal de economía deben ser fundamentalmente cuestionados: el espíritu del interés propio debe ser contrarrestado por el espíritu del bien común y el servicio a la vida. La lógica de la acumulación de capital y de la maximización del beneficio a toda costa debe ser superada por la lógica de las relaciones interpersonales y de la integración mutua de las personas y del medio ambiente. La práctica de un consumo insensato y agotador de los recursos en aras de la economía debe dar paso a una práctica económica sostenible que proteja y sostenga la red de la vida.
9. En el sentido de una ética de la responsabilidad, exigimos por tanto que se diseñe un orden básico socioecológico para las actividades económicas nacionales y mundiales. Dicho orden debe realinear los cuatro pilares básicos del sistema capitalista imperante, el orden de la propiedad, el dinero y el trabajo, así como el tratamiento de la naturaleza, con las necesidades básicas de todas las personas y la preservación de sus medios de vida. La libertad de todos los sujetos actuantes, la responsabilidad de una convivencia justa así como el cuidado de las posibilidades de vida de las generaciones futuras sólo pueden realizarse conjuntamente.
10. Para la configuración concreta y adecuada de tal orden básico, buscamos la cooperación con miembros y grupos bien informados de nuestras iglesias, con movimientos y organizaciones alternativas, y especialmente con economistas, eticistas empresariales e institutos que compartan nuestros objetivos. Nuestra declaración El grito por una economía al servicio de la vida ofrece un análisis detallado de la situación, hace un llamamiento al diálogo y, con este fin, enumera en una lista abierta las propuestas iniciales para la configuración de un nuevo orden económico.